CIUDAD DE MÉXICO, 27 de diciembre.- El telo es la palabra que los argentinos de Buenos Aires utilizan para denominar los hoteles de paso. Al mismo tiempo la palabra sirvió como pretexto para que la escritora y periodista argentina Florencia Werchowsky escribiera la novela autobiográfica El telo de papá.
La palabra, que viene del lunfardo y es un juego de la palabra hotel, representa en la cultura arrabalera argentina una vía de escape para esas fantasías y potenciales dobles vidas que las personas necesitan”, explicó.
Pero un telo no sólo es un hotel de paso, también es un espacio asociado a la infidelidad y a algo esencial en el argentino: el juego constante de llevar una doble vida y sentir que se es más inteligente, gracioso y audaz.
El telo es exclusivo para parejas infieles donde lo que importa es la privacidad y el placer de cumplir un deseo prohibido. Han florecido en Argentina, porque tiene una relación estrecha con nuestra personalidad”.
La existencia de la novela fue posible debido a que Werchowsky vivió casi toda su infancia en uno de esos lugares: “Me crié en un telo; era el negocio de papá desde antes que yo naciera, es lo que llevó la comida a la mesa y lo que sigue manteniéndolo hasta ahora”.
En la novela hay un sinnúmero de rasgos autobiográficos: “En casa teníamos un negocio del que vivíamos y de eso se hablaba con absoluta naturalidad, con más o menos información”. De la puerta para afuera el telo se convirtió en algo excepcional y el pueblo etiquetó a la autora para siempre.
Me enfrentaba a una sociedad que en el fondo no lo aceptaba, enfrentaba esa horda de prejuicios y murmullos, todo mundo sabía quién era yo, pero no a todos les parecía divertido”.
El telo de papá ofrece una mirada a aquella niña que mientras fingía dormir, escuchaba los murmullos del mundo adulto.
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