Texto de Marina Mariasch
La primera vez que escuché hablar de Florencia Werchowsky yo trabajaba en la redacción de una revista de rock y ella en el suplemento joven de un diario. Una vez la vi pasar de lejos: era linda, muy linda. Ojo, no la odié. Sentí que la conocía, como me conocía a mí. La entendía. Entendía su pathos y su motus. Lacalaba.
Un tiempo más tarde, casi diez años después, nos juntamos para trabajar su primer libro. Ella ya tenía el título: “El telo depapa”. Un título implacable, atrapante, medio película de Olmedo y Porcel, medio invento de chica católica, esas que hablan sin los pronombres posesivos como si fuéramos todos hermanos. El telo de papa, no de MI papa. Un título que produce un cruce intergeneracional -filial- que da lugar al surgimiento delTABÚ: Padre – hija – sexo.
Daban ganas de leerlo ya. Me junté con Florencia Werchowsky y al instante derribó mis prejuicios aclarando que venía de un pueblo llamado Allen, como Woody, y era claro que no compartíamos el telos.
No conocía su pathos ni su motus. No entendía su drama, ni su telosaristotélico- su fin.
Yo no conocía su telos, no conocía los telos y lo único que sabía de ellosse asociaba al drama (–una visita exótica, ya de grande, a un hotel alojamiento, que resultó en un fracaso cuando mi compañero de turno descubrió que el cenicero de la mesita de luz era el mismo que el de la mesita de luz de su madre y perdió la erección).
Florencia era dueña de una educación emocional de lo transitorio, de lo que se alberga un momento y se despide sin más, de una liviandad sobre el objeto del amor que me era completamente desconocida.
Florencia era dueña de una pila de anécdotas que se acumulaban como panqueques bañados en miel. Podía ser una buenísima animadora de sobremesas, como decía ella. Tenía un gran título y una serie de gags. Tenía un peligro que se agotaba en sí mismo, no tenía un libro, no tenía una novela. Por que, ¿qué es la literatura? ¿Cómo pasar de la Nota a la novela, de lo discontinuo al flujo, (a lo envolvente), siguiendo a Barthes, del fragmento al no fragmento?
En el pasado de Werchowsky no había bruma, pero había que reconstruir una forma desviada de la ley, recrear lo Prohibido.
Cómo era su casa, con videos porno en el combinado, el aroma saturado del Poet de las habitaciones que recorría a la salida del colegio?
En su rastreo del sentido de lo secreto, lo oculto, Freud encuentra que existe una suerte de borde, un pasaje que se podría enumerar en una gama que va de: la casa, lo hogareño, lo propio, lo entrañable, el otro, la mirada del otro, lo sustraído a los ojos ajenos, lo oculto, lo secreto.
Werchowsky, educada en el orden objetivo del periodismo, completamente alejada de las vanidades del yo, pretendió, en un principio desafectarse de las historias, no simular ser otro en sí, sino enajenarse.
Al final quedamos en que no, que mejor no, que era ella, sólo ella, lo que importaba ahí, el olor de las alfombras, las imágenes entrecortadas de los VHS que Ñanco (el papá) había instalado en red en las habitaciones, las mucamas, los clientes, sí, todo eso, pero desde la perspectiva de Werchowsky, de Florencia, desde su mirada del mundo adúltero. adulto. adúltero.
¿Quién era ella? Jodie Foster en Taxi Driver? Brooke Shields en Pretty Baby? Nelly Olson, Paris Hilton, Dana Plato? Quién era ella en la escuela, la canchera, la putita, la popular o la divina?
Cómo se pasa, entonces, de lo discontinuo al flujo, del fragmento al relato? Se pasa en las dos latitas de azafrán que va a comprar Leticia una mañana al súper grande, en un cruce, en un detalle, en el cuento de un cuento, de un cuento, en el umbral de la ficción, que se traspasa con precaución pero sin miedo.
Y allí, lanzada a la arena feroz de la ficción, de una terceridad completa, Werchowsky quiso extrañarse por completo y MATAR AL PADRE. Crear el tabú y matar al tótem. Mhm. Por suerte desistió, pobre Ñanco.
Ñanco, el del título, el de los juegos de palabras, el del cu-cu, y elcu-cu-lón, el del ñaca-ñaca, no podía faltar en esta trama. Ni siquiera podía convertirse –aún más- en fantasma.
Qué es el dueño del telo de un pueblo sino el dueño de todos los secretos de un pueblo. Por eso el salto natural a la política, estaba dado, voto cantado.
En términos de Lukács, esta novela es el destino de su civilización, la transformación al plano literario de una sociedad, de un pueblo. Es el relato fundacional de un país pequeño llamado Allen, que en inglés se dice Twin Peaks, o Paris-Texas, o Wonderland o Neverland o etc etc etc.
“El arte de administrar un motel es una disciplina delicada basada en el equilibrio de lo que se dice y lo que se calla”, dice el libro.
Ser dueño de un telo es muy digno, dice Ñanco, como esas verdades que uno tiene que decirse un par de veces y en voz alta para creérselas en serio.
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